martes, 29 de julio de 2014

Gabriel (Parte 1)


Gabriel tiene 24 años, no tiene grandes cantidades de dinero, pero nunca carece de él cuando le necesita para complacerse con los gustos efímeros que puede brindarle, especialmente cuando se trata de tomar un café, uno de sus pasatiempos favoritos, acompañado, incluso solo. Deambula por las calles de la ciudad observando con detenimiento las luces que iluminan sus noches reflexivas, noches que por cierto detesta, pero que son necesarias para cualquier alma desesperada y perdida.

Por largos momentos carece de autoestima, los vacíos emocionales e inmateriales solía tratar de disimularles con el humo de un cigarrillo en años pasados donde el futuro se vislumbraba como un horizonte más allá de la utopía,  cuando indirectamente pensaba que el mundo se detendría en la barrera de los 20 años, cuando ignoraba que su entorno no permanecería intacto, cuando se sentía invencible por ser joven…Cuando es fundamental forjar el carácter de un individuo correcto. Ahora el cigarrillo es un recuerdo ausente, con el cual existen reencuentros disfrazados de instantes en sus profundas recaídas. No se puede decir lo mismo del movimiento corporal que le acompaña en cada nota musical de sus temas favoritos, ese permanece intacto para evitar su decadencia.

Observa con detenimiento a quienes le rodean, tratando de descubrir qué hay más allá de las máscaras que cada ser muestra a la sociedad, le gusta el drama, el teatro y la exageración, quizá por ello disfruta hacerse el marica, para medir el grosor de dichas máscaras y los prejuicios que cargan con ellas quienes las usan; poco le interesa el comportamiento de cada cual, siempre que no afecte considerablemente a otras personas, es el motivo por el que no repara en la etiqueta ni en la elegancia cuando de placeres se trata, de sexo es mejor no hablar, por si algún lector se excede en su tabú y sus prejuicios, dejemos eso a la confianza y privacidad por el momento, quien quiera saberlo tiene siempre las puertas abiertas, prudencia le llamarán algunos.

Los videojuegos, la música y el cine acaparan sus ratos de ocio siendo cómplices del tic-tac tic-tac que acaba sus días y sus noches, sumergiéndolo en un círculo vicioso y banal. Nunca le interesó ser el mejor en la academia, en nada de lo que quiso realizar; pues mantiene de forma insistente y sin argumentos que ‘Ser invisible puede resultar beneficioso’, peca de conformismo en exceso, es así.

En el amor es un tipo afortunado hay que decirlo, no se trata de amor de pareja, no, el amor es un concepto muy amplio para tomarlo solamente así; es afortunado porque su personalidad y los prejuicios que vio a la distancia le permitieron formar un grupo de relaciones interpersonales pequeño, el cual le permite crecer de la forma en que lo necesita; pues puede permitirse abrirse, disfrazarse, camuflarse y reinventarse continuamente.


Esa es una parte de Gabriel.

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