Juzgue quizás si mi texto es un poco forzado, pero es que éste mes no se puede ir sin despedirse de usted; no tengo el don de la palabra que envuelves con tu piel, ni siquiera el dulce sabor de tus labios con café, tampoco tengo idea de quien coño es Beckett, pero ya sabes que yo en algún momento me quedé con las golondrinas del poema de Becquer.
Entienda usted, que el
café de sus ojos se convierte en miel, con mechones o tapabocas igual de bellos
se ven; mire con ellos a través de mi piel, tal vez no sea necesario quitar mi
Jersey, pues en ellos me encontré una debilidad que nunca imaginé, ¿Volverá a
rozarme tu ser? Eso en el fondo lo sé.
Imagine también, que entre
café y café un nuevo conteo regresivo empecé…27, 26, 20, 17, un título el 16, el 13
y también el 06; mejor empiezo de nuevo y cuento al revés, ¿Entiende por qué me
debo despedir de usted?...Tentación, Arequipe, Batizado, Granizado, Moca y más
café, ahora me cuesta entender por qué todo debe rimar otra vez.
Míreme otra vez, y por
favor, no se me despegué esta vez, que yo sólo soy un adicto al café, que a su
lado cuando el mundo se desplome para sostenerle estaré; un adicto al que entre
malabares, telas de araña, limonadas, concesionarios de pollos y un par de
naipes pudo sus intenciones usted entrever, que tiene toda la intención de
abrazarla envuelta en un corsé.
Y así me declaré, una
y otra vez, bajo un cielo celeste, cuando el telón bajó, cuando se acabó la
función, cuando no encontramos el pimpón, cuando un murmullo en grito se
convirtió; así estaré, entre plumas y café, entre escritos y más café, ¿y por
qué no?, tal vez en un crepe también…Ya se debió dar cuenta, que por más que lo
intenté, soy capaz de todo, menos de tratarla de ‘usted’.
Ojitos, ojitos mágicos |