lunes, 24 de diciembre de 2018

El tipo aquel.


"Los monstruos son reales, y los fantasmas también: viven dentro de nosotros, y a veces, ellos ganan" - Stephen King.


He de reconocerles que he tocado fondo.


Tardé mucho en descubrir al tipo aquel, pero él ya me había visto hace tiempo. Ha estado tras de mí desde antes de sospechar sobre su presencia. De conocer incluso su existencia. "Los monstruos son reales, y los fantasmas también: viven dentro de nosotros, y a veces, ellos ganan", dice Stephen King; y digo yo que está totalmente en lo cierto, porque, señores. He perdido.

Comenzó a vigilarme e influirme ocasionalmente. Llevándome a un abandono tan corto y calculado que lo pasé por alto, que lo consideré como un vacío insignificante que se podía llenar con un pequeño impulso, un mal menor. Siguió mis pasos y se mantuvo a mis espaldas, mientras yo me distraía con banalidades diarias. Me perdí en la contemplación de una vida e historia que ya no me correspondían. Observando una luz que podría ser mi guía si me iluminase solamente a mí, pero que decidió brillar para otros. Al alejarse emprendí un camino a ciegas, dando pasos por inercia sin saber siquiera dónde o qué estaba pisando. Los abandonos se hicieron más constantes y continuos, mi visión se opaco a cada paso, hasta el negro absoluto, y mis pasos llevando de la deriva a la nada. 

Mi vista no se acostumbra aún a la oscuridad, la única luz que veo proviene de algunos recuerdos, recuerdos en los que está el tipo aquel, lo veo en mis memorias con el rabillo del ojo, veo que allí estaba cuando encendía la pantalla del móvil, me observaba desde el rostro de los peatones que cruzaban mi camino distraidamente, y muchas veces aparecía por un efímero instante en el reflejo del espejo. Se adueñó de mi mente hasta convertirse en el signo de puntuación de cada uno de mis pensamientos. Ninguno empezaba ni terminaba sin que estuviese allí.

Resulta curioso que los fantasmas y demonios sean más reales que la realidad misma. Que cuando quedas tú mismo frente al espejo y te enfrentas a tu verdadero yo, se refleje un rostro deforme, una silueta sin forma y con una expresión desorientada. Que no exista válvula de escape ni tierra a donde ir. 

El tipo aquel me enseñó cuanto valgo, a través de esa luz. Puso en frente todos los motivos por los cuales no podría estar allí a su lado; reflejó la minoría que soy. La insignificancia de mi ser frente a otros, la grandeza y vitalidad de otras historias. Me puso frente al abismo y razonablemente me demostró que lo único que podía hacer era dar un par de pasos al frente y caer, caer y caer...

Por ello me voy, por ello este ser deja de existir. Hoy cierro mis ojos y permito que todo sea oscuro para siempre. 

viernes, 26 de octubre de 2018

Lustro.


No quería escribir sobre los sucesos del pasado lustro. De cuando iniciaron las noches en vela, las fantasías nunca cumplidas, de cuando el aire y la esencia se diluían en unas manos incapaces de contenerles. Cuando me predispuse a la vulnerabilidad.

Tampoco quería escribir sobre los golpes más duros que he recibido, los golpes que no son físicos, pero que llegan más a fondo. Los que no dejan huella en la piel, pero sí en la mirada, en el andar y en la fe.

Menos iba a plasmar aquí lo que mis expectativas desearon; sobre si es mejor dejarlo claro y estrellarse o esperarlo y estrellarse igualmente, como el flujo de agua, desechos y un barco de papel en las alcantarillas que llegan al mismo punto.

Pero lo hice. 

Escribí.

miércoles, 10 de octubre de 2018

Miedo

A veces se tiene la sensación de estar acumulando mierda,

Y al final sale algo bueno



Siempre he reconocido que mi mayor terror no es la muerte, a ella suelen temerle, huirle, incluso negar su existencia; pues conocerla (Y reconocerla) marca un antes y después en cada vida. Define el punto de partida de una carrera contrarreloj para dar sentido a una vida sin saber en qué punto y momento termina esa carrera, ¿en diez pasos? ¿en 10 kilómetros?... Te invade el miedo, congela cada pensamiento, desconecta tus pies, no avanzas, no retrocedes. Se dilatan las pupilas, se tensan los músculos, decaen los hombros, el ritmo cardíaco disminuye en un eterno instante, tiemblan los párpados, se opaca la luz, te separas de tu cuerpo, observas el camino recorrido por otros, sus logros y su legado. Te cuestionas, sientes crecer sobre ti una sombra que cubre tu ser. Y algo se rompe dentro. Ese rompimiento define si corres, caminas, o te mantienes estático en el mismo punto.

No es la muerte mi mayor terror. Sí lo es la agonía que precede a la muerte. Contrario a la contrarreloj que temen los demás, yo temo a la incertidumbre  a la prolongación de ese estado. ¿Has visto en los hospitales los monitores de signos vitales? Números que suben y bajan, indicadores que señalan si mejoras o empeoras, alarmas deseosas de gritar que tu hora ha llegado y tú en el medio, sin saber si te empujarán hacia el frente o hacia atrás. Sin el poder suficiente de decidirlo. He de mencionar también que no existe un único tipo de muerte, por ende hay también muchas formas de agonía.



Sí, estás en lo cierto al captar que me encuentro en uno de esos tipos de agonía, y si bien estoy seguro que el reloj ha corrido, no estoy convencido que el tiempo haya avanzado. Pido perdón por no poder exponer lo que me ha traído al estado de agonía. Solo puedo deciros que por más que los signos vitales disminuyen, por más recaídas, golpes y hundimientos sigo sin avanzar a esa muerte.

Esta agonía puede ser permanente

He tenido mucho miedo…
Tengo miedo…
Mi mayor miedo.

miércoles, 12 de septiembre de 2018

Tiempo


Muchas cosas podemos decirnos, porque muchas cosas han ocurrido, unas más adelante, en el después, otras ahora, en estos tiempos donde todo es a blanco y negro; De donde vengo la gente tiene prisas, es feliz y siempre está compitiendo contra sí misma; es la forma en la que avanzan, en que encuentran sentido a la vida, es la forma en que se dan por satisfechos y es su motivación diaria. Yo nunca fui de hacer eso, he sentido siempre que no pertenezco a ese tiempo; que lo mío era permanentemente mirar atrás, porque atrás ha estado, porque atrás está, y porque atrás estoy...

 No me es permitido decirte lo que sucederá contigo; pues de hacerlo no se hará realidad. Pero lo sé, porque mientras tú vas desde este punto hacia adelante, yo vengo desde allá hacia aquí, donde estás tú, y donde estoy yo ahora.

¿Por qué entonces me detengo, y te detengo, para hablarte?

Necesitaba verte a los ojos. Cuando empecé a caminar, y fui consciente de lo que podría encontrar en mi camino, lo supe: Mi vida no estará completa si no veo el reflejo de mis ojos en los tuyos. Por ello aquí estoy, mirándote, y aunque no me mires a los ojos, podré continuar ya mi camino, pues he visto el brillo que emanan los tuyos.

Seguiré avanzando, retrocediendo, retrocediendo con mi avance. Hay otros ojos que quiero ver brillar.

No sé si algún día me acostumbraré a ver todo en blanco y negro, pero creo que este puede ser mi tiempo. Y este tiempo ¡Oh, este tiempo!. Tiene mucho más color.


No, no es tiempo lo que vengo buscando

martes, 12 de junio de 2018

Diarios


Eran dos personas cuyos caminos se cruzaron en una intersección que no estaba señalizada, la primera estaba dando vueltas y vueltas al intentar interpretar el mapa de una ciudad desconocida para él; y la segunda era proveniente de una autopista principal en la que apenas existen desvíos y retornos, que giró justamente por ese escaparate.  


Luego de una extensa búsqueda, se encontraron 2 diarios, uno en cada vehículo:

Las siguientes anotaciones son las consignadas en uno de los diarios. Lo que aún no entendemos en el departamento de policía, es por qué los diarios de cada uno hace referencia indudablemente al otro individuo, la escena que encontramos no revela ningún tipo de conexión entre ellos; los fragmentos rescatados del primer diario rezan:

Tienes miedo, de algo: Y no es necesariamente miedo de mí. Es más un miedo de la situación.

¿A qué temes…? Temes un abandono tempranero de mi parte. A que sea un nombre más en la lista de pretendientes que quisieron estar allí para ti y no resistieron una semana o un mes. Que una vez dado un beso yo desaparezca. Tienes miedo a que en un punto desees ofrecer más de lo que puedes y ello se convierta en una frustración para ti. Temes involucrarte, que lo quieras intentar, que desees que funcione y se termine por tu ritmo o tus planes a futuro. Veo en tus ojos que no quieres pensar en cómo sería una relación, te aterra pensar que en algún momento se verá obligada a avanzar, que nos llevará a organizarnos para conocer nuestras familias; a demandar más tiempo, a planear cosas… Ello no puedes garantizarlo en tu situación actual.  

Quieres dar un paso a la vez. Eso lo percibo, por ello sé que directamente no es miedo de mí. Tienes dudas sobre quién soy, y me daré a conocer para que las disipes. Desconfías (con razón) de las intenciones que hay, por el ritmo de las mismas. He de cambiar la marcha y las velocidades. Te encontraré y me conocerás.

Es todo lo que pudimos rescatar del primer diario. El segundo auto tenía también un manuscrito, pareciera tener cierta continuidad inmediata con el diario ya publicado, pero no hemos dado como concluyente la prueba que a continuación comparto. Los motivos por los cuales nos mantenemos en que corresponden a historias diferentes y nos causa tanto desconcierto, es que la letra del segundo diario es totalmente diferente a la plasmada en el primero, del mismo modo la fecha anotada en el segundo diario es previa a la del primero, eso y que cuenta con algunas referencias poco terrenales


La pregunta que me haces es difícil de responder. Dos palabras, seis letras: “¿Por qué?”

No parece a simple vista una pregunta compleja, pero…

Conoces el Efecto Mariposa, ¿verdad?... Somos la consecuencia de los actos que nos preceden, y encontrar el origen y justificación de estas experiencias es algo que sale de mi control. Fue una coincidencia que nuestros caminos se cruzaran ahora y no antes, tampoco después. Quizá después habría sido demasiado tarde, y un poco antes sería apresurado. No sé por qué llegaste a mi vida, o mejor, volviste. He de confesarte que tengo miedo, de mi capacidad, de mi crecimiento, temo no ser suficiente para ti, no ser la persona que mereces y necesitas a tu lado. Sin embargo, mi sensación es que has llegado en el momento justo. No sabemos con certeza cuándo es adecuado algo en nuestras vidas, pero tal como la conexión mística de la voz de la tortuga: Sentí un “click”. Como una de las piezas faltantes de mi rompecabezas encajando apropiadamente. Podría ignorarlo y dejarle pasar, pero, ¿alguna vez tu atención se vio inexplicablemente atraída por un detalle que no supiste identificar?, hay quienes le llaman instinto. Y yo soy uno de ellos. Además… Mi instinto no suele fallar.



Otra de las teorías que empezamos a manejar en este departamento de policía es que ambos diarios estén dirigidos a una tercera persona.

Seguiremos investigando.