05-I- 2015
Sigamos
mirando el interior de mi alma
La breve improvisación
de la tercera parada del viaje llega cargada de letras y mucha ilusión, de un
impulso desmedido transformado en la creación de un vínculo, de entregar una
parte fundamental del alma al cielo, a la luz.
La
comodidad de un sofá, la comida chatarra y la infaltable malteada de chocolate
acompañada de una exposición de traumas
a medio contar permiten reflejar los vacíos que el alma necesita llenar; dejan
abierta la oportunidad de crecer y de cambiar. Demuestran que es posible fluir.
Los miedos son necesarios; los riesgos indispensables |
De eso
queda el optimismo, que ayuda a visitar lugares cargados de recuerdos dolorosos
dibujando una sonrisa en el rostro, y abre una ventana que brinda luz a un
corazón inundado de oscuridad.
Y queda
entonces la perspectiva y la vista desde esa ventana: La que invita al viajero
a revelar los demonios del pasado, a exorcizar las tristezas, la rabia y la
frustración, la que permite descansar, sentirse comprendido y con ello
disminuir el peso de una cruz cargada en silencio.
Quedan
ahora 2 caminos por recorrer, y no precisamente en forma de disyuntiva. Son 2
caminos que se complementan mutuamente.