lunes, 5 de enero de 2015

Café para dos


05-I- 2015
Sigamos mirando el interior de mi alma

La breve improvisación de la tercera parada del viaje llega cargada de letras y mucha ilusión, de un impulso desmedido transformado en la creación de un vínculo, de entregar una parte fundamental del alma al cielo, a la luz.

La comodidad de un sofá, la comida chatarra y la infaltable malteada de chocolate acompañada  de una exposición de traumas a medio contar permiten reflejar los vacíos que el alma necesita llenar; dejan abierta la oportunidad de crecer y de cambiar. Demuestran que es posible fluir.


Los miedos son necesarios; los riesgos indispensables

De eso queda el optimismo, que ayuda a visitar lugares cargados de recuerdos dolorosos dibujando una sonrisa en el rostro, y abre una ventana que brinda luz a un corazón inundado de oscuridad.

Y queda entonces la perspectiva y la vista desde esa ventana: La que invita al viajero a revelar los demonios del pasado, a exorcizar las tristezas, la rabia y la frustración, la que permite descansar, sentirse comprendido y con ello disminuir el peso de una cruz cargada en silencio.

Quedan ahora 2 caminos por recorrer, y no precisamente en forma de disyuntiva. Son 2 caminos que se complementan mutuamente.

Café de la montaña


04 – X – 2014

07:05 pm. Posa la acompañante del viajero frente al Café de la montaña; un lugar rodeado de calles solitarias y cubierto bajo una fría noche.


Música, Frustración, Amor, Frustración

La segunda parada viene precedida de emociones, sensaciones, mitos, efectos especiales y música en vivo; el recorrido desde que partimos ha traído más curvas de las percibidas, y es que un viaje no se hace en línea recta, sin embargo lo que se recorre solo se puede apreciar con un mejor panorama al finalizar la etapa.

La oscuridad del sitio inspira una conexión y complicidad moldeada en forma de declaración que borra los fantasmas de frustración cargados de nostalgia con los cuales se ha llegado a tal lugar; La música, los bombos y las frutas adornan el ambiente de intimidad acompañados del tenue brillo de una vela.

Pasan las horas, pasa la música,
Las sombras dibujan ilusión,
Pasa la comida, pasa la música,
El autoestima regresa efímeramente,
Pasa la noche, pasa la música.


La partida de ésta segunda parada no es la más idónea, y algunas pérdidas empañan la imagen del Café de la Montaña mientras nos alejamos. Momento de girar la vista y relajarse en el sillón, la tercera parada aparente estar bastante lejos.

Camino del café


22-IX-2014
¡Je! Cupido es un cabrón.


Corazones de amor y amistad, aire puro, fotografías sonrientes y un fondo verde que proyecta la tranquilidad de la naturaleza se perciben al ingresar al Camino del café; la primera parada de un viaje que emprendí desconociendo las sensaciones y consecuencias que pueden traer su trayecto y su destino, y al cual me llevo una gran valija equipada únicamente con una cámara fotográfica, un cuaderno y un bolígrafo. Los souvenires de emociones suelen ocupar demasiado espacio, así que las cosas banales deben quedarse en casa.

Los días previos ilusionan al viajero y su acompañante con el deseo de creer que esta vez sí, que hay cosas que van cambiando, y confabulan con la exigencia y la importancia de los días venideros; la parada se ofrece voluntaria casi inconscientemente en un punto intermedio justo para medir nuestras sonrisas y deseos.

Ilusión


Algún juego lógico-matemático, brownie, helado y café acompañan una tarde de descanso y distracción, y preceden también una tarde noche de pasión y otros deseos, pero esto me lo reservo, porque el encanto y la esencia de un lugar también se encuentran en los secretos que éste conserva.