Todo sucede
mientras cierro mis ojos. El aire transformado inunda cada uno de mis sentidos,
haciendo que poco a poco se vayan perdiendo en él, tacto deja de ser tacto, la
vista se ciega, el oído se encierra, el olfato, ¡Dios, el olfato! Se embriaga
intensamente, haciéndose uno con el gusto, haciéndose uno con mi ritmo
cardiaco, siendo uno con nuestro aliento; se convierte en nuestra sombra,
nuestro reflejo. Se transforma en esa silueta que confunde nuestro inicio y
nuestro final. Que confunde mis labios y sus pies, que entrelaza su espalda con
mi pecho, que funde sus manos con mi cuello, que presiona su cabello entre mis
dedos.
Todo sucede cuando la beso. |