viernes, 26 de octubre de 2018

Lustro.


No quería escribir sobre los sucesos del pasado lustro. De cuando iniciaron las noches en vela, las fantasías nunca cumplidas, de cuando el aire y la esencia se diluían en unas manos incapaces de contenerles. Cuando me predispuse a la vulnerabilidad.

Tampoco quería escribir sobre los golpes más duros que he recibido, los golpes que no son físicos, pero que llegan más a fondo. Los que no dejan huella en la piel, pero sí en la mirada, en el andar y en la fe.

Menos iba a plasmar aquí lo que mis expectativas desearon; sobre si es mejor dejarlo claro y estrellarse o esperarlo y estrellarse igualmente, como el flujo de agua, desechos y un barco de papel en las alcantarillas que llegan al mismo punto.

Pero lo hice. 

Escribí.

miércoles, 10 de octubre de 2018

Miedo

A veces se tiene la sensación de estar acumulando mierda,

Y al final sale algo bueno



Siempre he reconocido que mi mayor terror no es la muerte, a ella suelen temerle, huirle, incluso negar su existencia; pues conocerla (Y reconocerla) marca un antes y después en cada vida. Define el punto de partida de una carrera contrarreloj para dar sentido a una vida sin saber en qué punto y momento termina esa carrera, ¿en diez pasos? ¿en 10 kilómetros?... Te invade el miedo, congela cada pensamiento, desconecta tus pies, no avanzas, no retrocedes. Se dilatan las pupilas, se tensan los músculos, decaen los hombros, el ritmo cardíaco disminuye en un eterno instante, tiemblan los párpados, se opaca la luz, te separas de tu cuerpo, observas el camino recorrido por otros, sus logros y su legado. Te cuestionas, sientes crecer sobre ti una sombra que cubre tu ser. Y algo se rompe dentro. Ese rompimiento define si corres, caminas, o te mantienes estático en el mismo punto.

No es la muerte mi mayor terror. Sí lo es la agonía que precede a la muerte. Contrario a la contrarreloj que temen los demás, yo temo a la incertidumbre  a la prolongación de ese estado. ¿Has visto en los hospitales los monitores de signos vitales? Números que suben y bajan, indicadores que señalan si mejoras o empeoras, alarmas deseosas de gritar que tu hora ha llegado y tú en el medio, sin saber si te empujarán hacia el frente o hacia atrás. Sin el poder suficiente de decidirlo. He de mencionar también que no existe un único tipo de muerte, por ende hay también muchas formas de agonía.



Sí, estás en lo cierto al captar que me encuentro en uno de esos tipos de agonía, y si bien estoy seguro que el reloj ha corrido, no estoy convencido que el tiempo haya avanzado. Pido perdón por no poder exponer lo que me ha traído al estado de agonía. Solo puedo deciros que por más que los signos vitales disminuyen, por más recaídas, golpes y hundimientos sigo sin avanzar a esa muerte.

Esta agonía puede ser permanente

He tenido mucho miedo…
Tengo miedo…
Mi mayor miedo.