viernes, 28 de julio de 2017

Fórmula, no Ecuación


Cuando Daniela se lanzó a darle el primer beso a Rafael, no estaba pensando de forma racional, estaba actuando a consecuencia de un instinto. Y es que Rafael no era precisamente lo que los libros de hadas y fantasías que leía en su niñez denominaban 'Un príncipe azul'.


Cobijada por los quehaceres de una típica rutina, Daniela es freelance de Diseño Gráfico en el día, por las tardes se sumerge en uno de sus mayores vicios: La lectura, y en las noches cumple con sus deberes mientras de fondo tiene una película que ha repetido mil veces, el canal musical donde pasan los últimos temas patrocinados por la payola de ejecutivos discográficos, o bien suena en su reproductor el último cd que se ha comprado; no es excesivamente amante de la televisión paga, ni de saturarse las 24 horas del día frente a la pantalla de su celular, el que usa lo justo para gestionar su agenda y revisar las alarmas de los diseños pendientes para sus clientes. Lo que si parece imprescindible para ella es eso, la música. Por lo demás, el resto es de lo que se componían aquellos libros de su infancia: Puros cuentos.

A Rafael lo conoció en un evento de lanzamiento de plataformas que servirían como herramientas para los freelance. Él era uno de los conferencistas invitados, se encargada de exponer las virtudes de esa nueva plataforma que transformaría los problemas técnicos y las dificultades de facturación de los usuarios en un simple procedimiento de 2 o 3 pasos . Ese fue el comienzo de una corta relación laboral que evolucionaría más prontamente de lo que Daniela hubiese imaginado.

A la conferencia siguieron un par de casualidades, como el que Daniela fuese contratada para un proyecto en la compañía donde laboraba Rafael, y que tuviese que ser precisamente él, quien le brindara todo el panorama de los objetivos que la empresa quería alcanzar, lo que conllevó un par de almuerzos y citas, en los que la mujer se vio asombrada por la naturaleza de su compañero para darse a entender, su capacidad de expresar las ideas e involucrar emocionalmente a su interlocutor. Citas en las que la conversación se extendía hasta la noche por medio de sus teléfonos y de sus redes sociales.

La costumbre de su compañía y la sensación de seguridad, escucha y comprensión que se le brindaba por parte de él, hizo que en Daniela creciera una atracción intensa hacía Rafa, quien no era particularmente un tipo apuesto, sin embargo su forma de vestir, elegante pero informal, captó siempre su atención, los gestos que hacía al sonreír, el lenguaje corporal de sus manos al expresar una idea, la pasión con que le contaba las historias sobre su trayectoria laboral, la forma de levantar sus cejas y sonreír cada vez que la veía y la constancia en las pequeñas atenciones diarias como los saludos en la mañana y las buenas noches la hicieron sentir deseada.

Por eso al dar ese beso no se sintió avergonzada. Sino que por el contrario pudo ver cómo había adquirido un poder y una correspondencia con ese hombre que admiraba y había conseguido atraerle. Ese empoderamiento borró de ella muchas inhibiciones y tabúes que tuvo en el pasado, lo deseaba, pero más que desearlo a él, se deseaba así misma, deseaba a la versión de ella que había él había despertado.

Complemento, inspiración y crecimiento. Eso encontró en Rafa

"Atracción, admiración y deseo; Esa fue la fórmula, (Fórmula, no ecuación)". Se dice a sí misma Daniela, cuando se pregunta cuáles son las razones por las que se enamoró, mientras continúa elaborando sus diseños con un playlist románitico de fondo y la conversación con Rafael en su celular.


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