jueves, 10 de abril de 2014

Utopía

Aprendí del mejor que la utopía sirve para caminar, para dar 5 pasos hacía el horizonte, para dar 5 pasos después. Ha sido tal vez la enseñanza más importante en mucho tiempo, porque ahora necesito caminar

No sé cuánto tiempo ha pasado desde que le escribí la última carta, no sé cuál fue la última vez que pregunté cómo es Estados Unidos, ni siquiera el último día que estuve a gusto con mis amistades; no recuerdo la última conversación fluida y casual en el trabajo, ni el día en que cedí una silla en el transporte público, tampoco recuerdo la última vez que dije “Mucho gusto” en mi lugar de estudios, o que miré el la hora sin sentirme afanado, últimamente como que todo se trata de gastar el reloj.

Sólo así se aprende a caminar

¿Cuándo fue la última vez que caminaste despacio? ¿Cuándo dibujaste una sonrisa amable? Muchos afuera se pueden jactar de hacer sonreír a 2 personas en un día…Yo soy genial porque hago llorar a 2 en una noche, me compadezco. ¿Cuántas veces seguiré mirando al de al lado mientras sonríe y me preguntaré ‘Qué le pasa’? ¿Cuándo dejaré de arrepentirme por dejar pasar una oportunidad? O simplemente… ¿Cuándo dejaré de odiar al que si la aprovechó?... ¿Dejaré de odiar el misterio de hacer preguntas que no tienen respuesta o que no muestran un interés por revelarse? ¿Será que exijo demasiado por esperar una respuesta? ¿O es una cuestión de intención y madurez? ¿Volveré a la realidad o perderé mi sentido  del oído a causa de huir 6 horas de ella? Ya he perdido bastante.

Mi fuerza de voluntad dice que debo caminar, mi instinto animal dice que me quede, que el placer del momento justifica los más equívocos actos de pasión, sin embargo el corazón sabe lo que realmente necesita, yo mientras tanto me calló, recordando que a veces es más cómodo engañarse, y con la ilusión de que, al igual que en los deseos de cosas imposibles, la razón esté por encima del corazón.

Mientras tanto sigámonos llenando de cosas banales, sigamos contemplando el esférico sobre el césped y finjamos que todo está bien; pensemos que si compro una cuchara de plástico podré cavar hasta China y empezar una nueva vida mientras el tipo de al lado sonríe continuamente por la ilusión de un nuevo reto y yo lo envidio por su carisma infinito. Y sigamos con una máscara de teatro, esa que te ayuda a buscar palabras forzadas para subirle el ánimo a quien ha tropezado, aunque esa persona llena de tanta luz sea capaz de ver a través de esos muros y perciba todo ese odio que cargas.

Algún día dejarás de caminar, observarás lo recorrido cuando vuelvas, y dirás que es bello el camino a casa.


Algún día…

1 comentario:

  1. Magnifico, gran parte del mensaje esta entre lineas, me acorde el dia en que comentaste mi texto llamdo alteza, el personaje tiene una fachada envidiable muchos otros como los mios solo se limitan a vivir en una gruta con su propia oscuridad mientras los demas solo esperan que salga del limbo.

    ResponderEliminar