jueves, 14 de agosto de 2014

Misterio... Es ella


Hay personas a quienes les aterra la soledad; y son ellas las últimas en enterarse de ese temor y asumirlo, pues sus actos están encaminados a estar permanentemente acompañados, aunque no siempre de las formas y maneras que se consideran ‘políticamente correctas’… ¿pero es que a quién le importa ser ahora ‘políticamente correcto’? Si ya sabemos todos que en este jodido mundo todo el mundo carga su puta cruz, y que ni un tercero, ni un ajeno,  ni siquiera tu acompañante tiene el derecho a reclamarte por tus actos.

¿Y tú quién eres para juzgarme por jugar con los demás? Suele decirse a sí misma Nadie sabe qué herida la transformó en eso, en alguien, quizá no inescrupulosa y tampoco indiferente a sus sentimientos, pero lo suficientemente flexible para cambiarlos totalmente de un momento a otro, para olvidar y entregarse rápidamente, para quemar almas, para rodearse de los chicos que quería con sólo señalarlos con su dedo como atrayéndolos hacía ella invitándolos a unirse a su juego, presos por sus encantos, pues es la gran ventaja que trae consigo la belleza, aunque a ella le gusta negarlo, como si no se tratara de una gran cosa, sabe pues que eso termina siendo más tentador, de esa forma los enreda a todos en sus deseos de pasar con ellos un rato y nada más, porque en eso ha sido experta siempre, en vivir de deseos efímeros, vacíos y momentáneos, de gustos por labios, de complicidad sin compromiso, la aterra eso, la aterra la idea de la ‘fidelidad’, sus alas se cortarían al lado de alguien, ¿cómo podría ella surcar los cielos y descender al infierno libremente si debiera entregarse a una sola persona? No, ella nunca haría eso, así que prometería amor en vano, mientras a escondidas de ese ser que la amaba, seguiría sus juegos con otros hombres, engañados también, pretendiendo que nunca nadie sabría lo que está haciendo, pretendiendo ser invisible. Lo cierto es, que sea lo que sea que la haya transformado, eso posiblemente tiene todas las respuestas que he estado buscando por tanto tiempo.

O quizá soy yo quien se niega a creer que ella es así solamente por gusto, por placer. 



¿Qué pasará con ella el día que sienta amor? ¿Qué sucederá si un día ella debe rendir cuentas a un ente divino? ¿Estarán presentes aquellas almas? ¿O sus memorias se hallarán perdidas en el tiempo y la distancia, de modo que ella no las recuerde? ¿En qué ha pensado durante cada uno de sus actos? ¿Ve alguna diferencia entre un alma y otra? O sólo son prospectos vacíos, sin interés y sin el amor que necesita, ¿Por qué ha de descartarles? ¿Por qué elegiría a alguien si siente amor? ¿Qué podría brindar alguien que no tenga nadie más en el mundo para hacerle cambiar? ¿Cambiaría ella? ¿Por qué habría de hacerlo? Si dicen que el amor verdadero es aquel en el que se entienden y aceptan hasta los demonios de la persona amada. Quiere sugerir eso que yo debo dejarla libre para que siga ese juego que tanto le encanta, porque le quiero.

Y ahí estoy yo:

Yo, que estoy perdido en su ser, en su misterio, en su dolor, en sus pensamientos; los míos dejan de importar a cada paso que camino, como perdiéndome en nada, culpándome, dejándome llevar, no tengo una celda ni una prisión, así que parece como si buscase un lugar para dormir eternamente, para morir; porque algunos vivimos la vida con la intención de tener una muerte digna, ¿pero digna para quién?

Pienso que mi misión puede ser salvarla de todos esos demonios, que quizá por ello me entregué a su maldad, que es una mujer cegada, no sé por qué, que necesita aprender, que necesita crecer, y que yo puedo hacer eso, pero pienso también que quizá ella sea el demonio, que sus actos pueden ser el reflejo de lo que realmente quiere ser, de una libertad que ella persigue y yo me niego a tomar por mi libertad, lo cual me hace entender que seré un personaje más de su vida…

¿Pero tendré el suficiente valor para ser diferente al resto? 

Y si consigo alejarla de esos juegos…Si consigo ser lo suficientemente valioso para que ella deje eso, ¿qué lograré con ello? ¿Qué si me enamoré de su maldad? ¿Qué si estoy creando una ilusión bajo ese traje de daño y fuego, de esa insaciable sed de pasión pasajera que traen los labios extraños? ¿Qué si mi fragilidad permite que muera antes de salvarla?

No es eso lo que debería importarme…Pues, nadie debe cambiar por otra persona, sino por si mismo.


La he visto llorar también, fueron esas lágrimas las que me hicieron creer que bajo el llanto y la maldad había alguien más…Sin embargo, las lágrimas no son nada más que indulgentes espectadores que asoman por sus ojos, indiferentes también si no se acompañan de la fuerza de voluntad arrancada del arrepentimiento.  Y la fuerza de voluntad y el arrepentimiento son utopías que vigilan desde la distancia cuando un alma arde en sus manos.

¿Qué podría hacer el amor por ella? ¿Qué es el amor propio en ella? Y si yo la amo… ¿En qué me convertiré para ella?... ¿Qué ha aprendido de todo lo que ha sucedido? Son dudas que me nacen ahora…


Ella es un misterio.

1 comentario:

  1. Podiras convertirte en en un leño que encienda su humanidad o que se convierta en cenizas para el banquete de sus demonios.

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